Terapias de tercera generación y Terapia Gestalt: no son lo mismo

En los últimos años, el término “terapias de tercera generación” se ha vuelto cada vez más común en la psicología clínica. Bajo esta etiqueta se incluyen modelos como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), la Terapia Dialéctico Conductual (DBT), la Terapia Centrada en la Compasión (CFT) y el Mindfulness aplicado a contextos clínicos.

Una gran cantidad de personas profesionales o no, al escuchar hablar de atención plena, aceptación o presencia en el aquí y ahora, suelen pensar que la Terapia Gestalt forma parte de esta clasificación. Sin embargo, esta asociación es un error frecuente. La Gestalt no es una terapia de tercera generación.

En este artículo explicaremos qué significa esa clasificación, cuáles son sus limitaciones y por qué la Terapia Gestalt constituye un modelo con fundamentos propios, vigente y necesario hoy más que nunca. En las últimas décadas, grandes profesionales se han dado a la tarea de actualizar los conceptos gestálticos, teorizar y trabajar en la comprensión clara de lo que sí es la Terapia Gestalt. Escuelas españolas, francesas, canadienses, italianas están a la vanguardia de este desarrollo teórico y clínico para su aplicación.

 

¿Qué son las terapias de tercera generación?

 

El término “terapia de tercera generación” surge dentro de la evolución de la psicología conductual y cognitivo-conductual.

  • Primera generación: terapia conductual clásica, basada en el condicionamiento y la modificación de la conducta.
  • Segunda generación: terapia cognitivo-conductual, que incorpora el análisis de pensamientos y creencias como mediadores de la conducta.
  • Tercera generación: modelos que introducen elementos de aceptación, conciencia plena, regulación emocional y flexibilidad psicológica.

 

Ejemplos de terapias de tercera generación

 

  • Terapias de Aceptación y Compromiso (ACT): busca aumentar la flexibilidad psicológica a través de la aceptación, el compromiso con valores y la conciencia plena.
  • Terapia Dialéctico Conductual (DBT): orientada para personas con una desregulación emocional intensa, integra habilidades de mindfulness, tolerancia al malestar y moderar las emociones mediante un entrenamiento de atención.
  • Mindfulness clínico: prácticas de atención plena aplicadas a la reducción del estrés, ansiedad y depresión.
  • Terapia Centrada en la Compasión (CFT): se centra en desarrollar autocompasión y disminuir la autocrítica excesiva.

Estas terapias son útiles y cuentan con respaldo empírico, pero todas comparten un origen: la evolución del conductismo y la psicología cognitiva.

 

 

La Terapia Gestalt: antecedentes y fundamentos propios

 

Mientras que las terapias de tercera generación surgen en los años 80 y 90, la Terapia Gestalt nació en la década de 1950 de la mano de Fritz Perls, Laura Perls y Paul Goodman.

La Gestalt se inscribe en otro horizonte teórico:

  • La fenomenología (Husserl, Merleau-Ponty).
  • La existencia y el existencialismo (Heidegger, Sartre).
  • La psicología de la Gestalt y la teoría de campo de Lewin.
  • El humanismo (Maslow, Rogers).

 

Pilares de la Terapia Gestalt

  • El aquí y ahora: el trabajo se centra en lo que ocurre en la experiencia inmediata.
  • El darse cuenta: desarrollar conciencia de pensamientos, emociones, cuerpo y entorno.
  • La responsabilidad: asumir el propio papel en la vida y en las relaciones.
  • La relación terapéutica: el vínculo es el espacio de transformación.
  • La integración: unificar lo que está fragmentado, reconectar con la totalidad de la experiencia.

 

Similitudes superficiales y diferencias profundas

 

Similitudes

  • Atención al presente: ambas valoran la importancia del aquí y ahora.
  • Incorporación del cuerpo y las emociones en el proceso terapéutico.
  • Promueven la aceptación de la experiencia sin juicios.

 

Diferencias

  • Origen: la Gestalt surge de la fenomenología y el humanismo; las terapias de tercera generación provienen del conductismo.
  • Método: la Gestalt utiliza experimentos, diálogo fenomenológico y la relación terapeuta–paciente; las terapias de tercera generación otro tipo de procedimientos.
  • Objetivo: la Gestalt busca la integración del ser y la autenticidad; las de tercera generación buscan la flexibilidad psicológica y la reducción del sufrimiento.
  • Visión del ser humano: en la Gestalt, la persona es un ser en relación, creativo y responsable; en las otras, se privilegia el ajuste conductual y cognitivo.

 

 

Un ejemplo clínico: Gestalt vs. ACT

 

Imaginemos a Ana, de 28 años, que llega a consulta porque sufre ansiedad en el trabajo.

  • En una terapia de tercera generación como ACT, el terapeuta podría enseñarle a observar sus pensamientos ansiosos sin luchar contra ellos, usando metáforas (como “las hojas en el río”), y a comprometerse con acciones coherentes con sus valores.
  • En Terapia Gestalt, el terapeuta podría invitarla a detenerse y notar qué ocurre en su cuerpo en ese momento. Quizá Ana siente opresión en el pecho y dificultad para respirar. El terapeuta la acompaña a darse cuenta de esa tensión y a expresar la emoción que la sostiene: miedo a equivocarse. Desde ahí, puede explorar cómo ese patrón de exigencia se repite en otras áreas de su vida.

Ambos modelos ayudan, pero su naturaleza es diferente.

La Gestalt sigue evolucionando. En el siglo XXI dialoga con:

  • La neurociencia y el estudio de las emociones.
  • La teoría del apego y los modelos relacionales.
  • El trabajo con el trauma y la memoria corporal.
  • El enfoque de campo y sistemas.

Más que una técnica pasajera, la Gestalt es un modelo integrador que mantiene su vitalidad y sigue ofreciendo respuestas a los desafíos emocionales y relacionales actuales.

 

Aportes únicos de la Terapia Gestalt

 

  • Un modelo de contacto y relación que no se reduce a técnicas.
  • La posibilidad de experimentar en sesión nuevas formas de estar en el mundo.
  • Una visión que integra cuerpo, emoción, mente y entorno.
  • La convicción de que el ser humano es un ser creativo, capaz de transformarse.

 

Conclusión

 

Las terapias de tercera generación han aportado herramientas valiosas a la psicología clínica, pero forman parte de la evolución del conductismo. La Terapia Gestalt es otra cosa: un enfoque con raíces fenomenológicas y humanistas, anterior a estas corrientes, con un camino propio y una vigencia indiscutible.

La Terapia Gestalt no es una tercera generación: es un camino vivo que nos recuerda la importancia de estar presentes, de responsabilizarnos y de abrirnos al encuentro auténtico con el otro. Ana Giorgana (2025)

 

¿La Terapia Gestalt es una terapia moderna?

 

Sí y no. La Terapia Gestalt nació en los años 50, por lo que no forma parte de las terapias de tercera generación. Sin embargo, su vigencia radica en que sigue evolucionando y dialogando con temas contemporáneos como el trauma, la neurociencia y la teoría del apego, lo que la hace un modelo actual y plenamente relevante.

 

¿Qué aporta la Terapia Gestalt frente a las terapias de tercera generación?

 

La Gestalt ofrece un enfoque fenomenológico y relacional que va más allá de protocolos o técnicas estandarizadas. Su principal aporte es la integración de la experiencia en el aquí y ahora, la responsabilidad personal y el contacto humano auténtico, lo que la convierte en un modelo profundo de transformación.

Te invitamos a seguir nuestro blog en CEDES, encontrarás más artículos sobre Terapia Gestalt, emociones y relaciones humanas.

La Terapia Gestalt, no busca la perfección en la pareja, sino encontrar juntos una buena forma de estar en relación, donde ambos sean igualmente valiosos y responsables. Ana Giorgana (2025)
 
 

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